viernes, 22 de noviembre de 2013

Hábitos prehistóricos en tiempos modernos



Me he apuntado al gimnasio… ¡y voy! (que es lo sorprendente). ¿Por qué digo esto? Pues porque somos hijos de nuestro tiempo, para bien y para mal. En la prehistoria ir a un sitio a cansarnos y a gastar esa energía que tanto nos ha costado conseguir, no quiero decir que pasaran hambre, pero hacer ejercicio para nada sería, como mínimo, excéntrico. Ya que muchos de los instintos adquiridos desde los primeros homínidos se contradicen con la sociedad que tenemos actualmente.

Nuestra evolución nos ha llevado a buscar y desear el azúcar, la sal y la grasa, nutrientes con alto aporte energético o escasos en los alimentos más naturales. Este deseo natural, ya que el cuerpo lo pide para su buen funcionamiento, se ha ido complaciendo cada vez más fácilmente, hasta que ya en épocas históricas se ha llevado al límite. Si en el mesolítico teníamos que ampliar la dieta (Teoría del Forrajeo Óptimo) para poder encontrar las suficientes calorías para sobrevivir, ahora ingerimos tal exceso de comida, grasas, azúcares… que tenemos que obligarnos a hacer ejercicio para quemarlo y mantenernos sanos o recurrir a prácticas más drásticas, como dietas o incluso el quirófano.
No solo eso, si no que somos perezosos, unos más que otros, como en todo. Pero basta ver las escaleras a las salidas del metro, solo dos o tres personas suben por las normales mientras que el resto hace cola para subir en unas saturadísimas escaleras mecánicas. Esto que ahora nos hace pensar que somos unos vagos (nos matamos en los gimnasios pero luego hacemos cola por unas escaleras mecánicas) en el pasado pudo ser una inteligente estrategia de ahorro de energía. Si hemos evolucionado de forma que el desplazamiento bípedo nos suponga una ínfima cantidad de energía, ya que somos de los animales que menos calorías consumen en su desplazamiento, no es casualidad que después nos de pereza gastar esa energía ahorrada en cosas que podemos evitar.
Sin embargo, está demostrado que una vida totalmente sedentaria es muy perjudicial para la salud, tanto para el cuerpo como para la mente. Durante gran parte de nuestra vida en la tierra, sobre todo al principio como cazadores-recolectores, hemos tenido, por exigencias del guión, una muy alta movilidad. Precisamente esta alta movilidad buscando comida, materias primas, alojamiento… hace que sea más importante ahorrar algo de energía. Pero actualmente, en una sociedad opulenta como la nuestra, esa reserva de energía puede sobrepasar con creces lo saludable, y aunque seamos conscientes de que hay que eliminar el exceso nuestro instinto perezoso está programado para ahorrarlo por miedo a la carestía.
En cuanto al consumo de nutrientes, como ya he comentado, las dietas paleolíticas eran deficientes en algunos como calcio o el azúcar, del que se estima que puede contener entre 1 y 3 kilogramos al año, por lo que se desarrollo un deseo de consumir alimentos ricos en estos nutrientes. El consumo medio anual actual  de azúcar en España es de 36 kilogramos, si miramos E.E.U.U. asciende a 45. Este drástico aumento y básicamente su abuso ha causado la aparición de enfermedades como la diabetes o las caries. 


            Como en todo, pienso que lo mejor y lo más sano es la moderación, pero sí que es cierto que nuestro estilo de vida diverge mucho del de las sociedades cazadoras recolectoras, en gran medida para lo que ha evolucionado nuestro cuerpo.

¿Vosotros que pensáis? ¿Hemos de acostumbrar a nuestro cuerpo a la nueva vida o deberíamos llevar una vida más “paleolítica” aunque a nuestro cuerpo le guste más el EXTRA de azúcar?

4 comentarios:

  1. Los problemas de sobrepeso son recientes por la distribución económica y el diferencial acceso a la comida, porque durante la historia los que han tenido acceso a ella… se la han comido TODA (romanos vomitando y comiendo de nuevo, reyes con gota, obispos rechonchos…).
    No creo que haga falta que diga las desventajas para la salud que tienen esos productos industriales llenos de grasas y que como comentas ahora son accesibles para la mayoría (occidental) de la población.
    Yo no pienso que la solución sea volver al paleolítico, por eso me apunto al gimnasio y no hago una dieta paleolítica (que existe y quizá hable de ella un día) si no de el desajuste que actualmente hay entre lo que necesita nuestro cuerpo, lo que pide y lo que le damos, tres cosas muy distintas.
    Con lo que no estoy del todo de acuerdo es con lo de la diversificación de la dieta con el Neolítico, ya que por lo que yo sé hay mucha más comida pero de una variedad muy inferior, la caza se reduce muchísimo para basarse en bos/cabra/oveja/cerdo y fin igual con los productos cultivados, los yacimientos reflejan una gran disminución en la variedad, a través de las semillas. Eso sí, tenían muchos cereales y con ellos podían hacer muchas cosas.
    Y muchísimas gracias por tu comentario.

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  2. La verdad que la cosa es bastante compleja y los avances en nutrición de estos últimos 10-20 años están ayudando mucho a esclarecer la situación nutricional y un poco de dónde viene cada cosa.

    El llevar una dieta muy alta en calorías desde luego no nos es beneficioso, sobre todo cuando es alta en calorías y alta en carbohidratos de rápida absorción, sobre todo por el azúcar. Éstos al verterse rápidamente a la sangre, se convierten en triglicéridos porque nuestro cuerpo no necesita tanta glucosa, que aumentan nuestros portadores de colesterol LDL que es lo que nos aumenta el riesgo cardiovascular. Eso por no hablar de que tener el azúcar regularmente alto, hace que se provoque inflamación en las arterias, lo cual provoca arterosclerosis. Es decir, en resumen, que sí, el azúcar debería ser eliminado de nuestra dieta, de hecho el azúcar se c orrelaciona con buena cantidad de enfermedades, pero es difícil que se pongan de acuerdo cuando luego las empresas de alimentación pagan estudios para desestigmatizar el azúcar. No hace falta decir que hablo de azúcar puro, el azúcar de la fruta nos es beneficioso porque al ser tan alta en fibra la absorción es muchísimo más lenta. Mucho cuidado también con el sirope de maíz alto en fructosa, antaño se creía que la fructosa era más beneficiosa porque es de absorción más lenta, pero parece ser que como nuestro cuerpo no es muy eficiente convirtiendo la fructosa en glucógeno, la transforma en triglicéridos directamente... se asocia con el síndrome de hígado graso.

    Sobre las grasas, hay dos tipos de grasas malas: grasas vegetales parcialmente hidrogenadas (trans) y grasas provenientes de semillas (girasol, colza... el linoleico creo que se salva). Las primeras son la peste porque nuestro cuerpo no sabe asimilarlas, las segundas son malas porque son muy bajas en omega-3, y un ratio omega-6/omega-3 > 0.2 se asocia con bastantes enfermedades cardíacas, también. Por lo demás, ni el colesterol ingerido ni las grasas saturadas no son perjudiciales.

    Un poco en resumen, que siento si me he enrollado demasiado. No creo que haya que llevar una dieta estrictamente paleolítica (me refiero a lo que se entendería hoy en día en las paleodietas, que es lo que yo sé :) ), pero sí que son un muy buen punto de partida para saber qué comer. Eso sí, hacer ejercicio es más que importante, pero cuidado con el tipo de ejercicio que haces, porque también el deporte se ha corrompido por la forma de vida moderna cuando lo que nos es más sano es un deporte más semejante al ”deporte” (no lo llamarían así xD) en el paleolítico. Escribiré sobre ello en mi blog un día de éstos.

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  3. Gracias por tu aportación Demóstenes.
    Me alegra tu comentario porque veo que estas muy puesto en porque tantísimo azúcar es perjudicial. De lo de la fructosa no tenía ni idea, pensaba que al ser de la fruta o vegetales, era “menos malo”.
    En cualquier caso yo no quería decir que tengamos que llevar una paleodieta estricta, ni la que debía ser la original ni la moderna, sino que en paleolítico se desarrolla el instinto de buscar alimentos grasos, azucarados o salados porque son difíciles de encontrar de forma natural en la naturaleza y actualmente, como están en todas partes, abusamos muchísimo de ellos, ya que seguimos sintiendo la necesidad biológica de ingerirlos aunque nos sea perjudicial.
    Muchísimas gracias y saludos

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    1. Nono, no me refería a que tú abogues por una paleodieta estricta. Sólo lo aclaraba en mi caso por si alguien leía mi comentario y se hacía una idea equivocada.

      La fructosa no es mala siempre que no sea en grandes cantidades. Cuando la tomamos en la fruta, la cantidad es tan pequeña que no nos hace daño, pero cuando la tomamos en grandes cantidades es más problemática. Piensa que el azúcar de mesa (sacarosa) está formado por glucosa y fructosa. Y si encima se le añade al bollo o refresco de cuestión sirope de maíz, tiene aún más fructosa. De hecho existe intolerancia a la fructosa, igual que existe a la lactosa... Es un tema complejo, aún tengo que leer más al respecto para hablar con más propiedad :)

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