Me he apuntado al gimnasio… ¡y
voy! (que es lo sorprendente). ¿Por qué digo esto? Pues porque somos hijos de
nuestro tiempo, para bien y para mal. En la prehistoria ir a un sitio a
cansarnos y a gastar esa energía que tanto nos ha costado conseguir, no quiero
decir que pasaran hambre, pero hacer ejercicio para nada sería, como mínimo, excéntrico. Ya que muchos de
los instintos adquiridos desde los primeros homínidos se contradicen con la
sociedad que tenemos actualmente.
Nuestra evolución nos ha
llevado a buscar y desear el azúcar, la sal y la grasa, nutrientes con alto
aporte energético o escasos en los alimentos más naturales. Este deseo natural,
ya que el cuerpo lo pide para su buen funcionamiento, se ha ido complaciendo
cada vez más fácilmente, hasta que ya en épocas históricas se ha llevado al
límite. Si en el mesolítico teníamos que ampliar la dieta (Teoría del Forrajeo
Óptimo) para poder encontrar las suficientes calorías para sobrevivir, ahora
ingerimos tal exceso de comida, grasas, azúcares… que tenemos que obligarnos a
hacer ejercicio para quemarlo y mantenernos sanos o recurrir a prácticas más
drásticas, como dietas o incluso el quirófano.
No solo eso, si no que somos
perezosos, unos más que otros, como en todo. Pero basta ver las escaleras a las
salidas del metro, solo dos o tres personas suben por las normales mientras que
el resto hace cola para subir en unas saturadísimas escaleras mecánicas. Esto
que ahora nos hace pensar que somos unos vagos (nos matamos en los gimnasios
pero luego hacemos cola por unas escaleras mecánicas) en el pasado pudo ser una
inteligente estrategia de ahorro de energía. Si hemos evolucionado de forma que
el desplazamiento bípedo nos suponga una ínfima cantidad de energía, ya que
somos de los animales que menos calorías consumen en su desplazamiento, no es
casualidad que después nos de pereza gastar esa energía ahorrada en cosas que
podemos evitar.
Sin embargo, está demostrado
que una vida totalmente sedentaria es muy perjudicial para la salud, tanto para
el cuerpo como para la mente. Durante gran parte de nuestra vida en la tierra,
sobre todo al principio como cazadores-recolectores, hemos tenido, por
exigencias del guión, una muy alta movilidad. Precisamente esta alta movilidad
buscando comida, materias primas, alojamiento… hace que sea más importante
ahorrar algo de energía. Pero actualmente, en una sociedad opulenta como la
nuestra, esa reserva de energía puede sobrepasar con creces lo saludable, y
aunque seamos conscientes de que hay que eliminar el exceso nuestro instinto
perezoso está programado para ahorrarlo por miedo a la carestía.
En cuanto al consumo de
nutrientes, como ya he comentado, las dietas paleolíticas eran deficientes en
algunos como calcio o el azúcar, del que se estima que puede contener entre 1 y
3 kilogramos al año, por lo que se desarrollo un deseo de consumir alimentos
ricos en estos nutrientes. El consumo medio anual actual de azúcar
en España es de 36 kilogramos, si miramos E.E.U.U. asciende a 45. Este drástico
aumento y básicamente su abuso ha causado la aparición de enfermedades como la
diabetes o las caries.
Como
en todo, pienso que lo mejor y lo más sano es la moderación, pero sí que es
cierto que nuestro estilo de vida diverge mucho del de las sociedades cazadoras
recolectoras, en gran medida para lo que ha evolucionado nuestro cuerpo.
¿Vosotros que pensáis? ¿Hemos de acostumbrar a nuestro cuerpo a la nueva vida o deberíamos llevar una vida más “paleolítica” aunque a nuestro cuerpo le guste más el EXTRA de azúcar?
Los problemas de sobrepeso son recientes por la distribución económica y el diferencial acceso a la comida, porque durante la historia los que han tenido acceso a ella… se la han comido TODA (romanos vomitando y comiendo de nuevo, reyes con gota, obispos rechonchos…).
ResponderEliminarNo creo que haga falta que diga las desventajas para la salud que tienen esos productos industriales llenos de grasas y que como comentas ahora son accesibles para la mayoría (occidental) de la población.
Yo no pienso que la solución sea volver al paleolítico, por eso me apunto al gimnasio y no hago una dieta paleolítica (que existe y quizá hable de ella un día) si no de el desajuste que actualmente hay entre lo que necesita nuestro cuerpo, lo que pide y lo que le damos, tres cosas muy distintas.
Con lo que no estoy del todo de acuerdo es con lo de la diversificación de la dieta con el Neolítico, ya que por lo que yo sé hay mucha más comida pero de una variedad muy inferior, la caza se reduce muchísimo para basarse en bos/cabra/oveja/cerdo y fin igual con los productos cultivados, los yacimientos reflejan una gran disminución en la variedad, a través de las semillas. Eso sí, tenían muchos cereales y con ellos podían hacer muchas cosas.
Y muchísimas gracias por tu comentario.
La verdad que la cosa es bastante compleja y los avances en nutrición de estos últimos 10-20 años están ayudando mucho a esclarecer la situación nutricional y un poco de dónde viene cada cosa.
ResponderEliminarEl llevar una dieta muy alta en calorías desde luego no nos es beneficioso, sobre todo cuando es alta en calorías y alta en carbohidratos de rápida absorción, sobre todo por el azúcar. Éstos al verterse rápidamente a la sangre, se convierten en triglicéridos porque nuestro cuerpo no necesita tanta glucosa, que aumentan nuestros portadores de colesterol LDL que es lo que nos aumenta el riesgo cardiovascular. Eso por no hablar de que tener el azúcar regularmente alto, hace que se provoque inflamación en las arterias, lo cual provoca arterosclerosis. Es decir, en resumen, que sí, el azúcar debería ser eliminado de nuestra dieta, de hecho el azúcar se c orrelaciona con buena cantidad de enfermedades, pero es difícil que se pongan de acuerdo cuando luego las empresas de alimentación pagan estudios para desestigmatizar el azúcar. No hace falta decir que hablo de azúcar puro, el azúcar de la fruta nos es beneficioso porque al ser tan alta en fibra la absorción es muchísimo más lenta. Mucho cuidado también con el sirope de maíz alto en fructosa, antaño se creía que la fructosa era más beneficiosa porque es de absorción más lenta, pero parece ser que como nuestro cuerpo no es muy eficiente convirtiendo la fructosa en glucógeno, la transforma en triglicéridos directamente... se asocia con el síndrome de hígado graso.
Sobre las grasas, hay dos tipos de grasas malas: grasas vegetales parcialmente hidrogenadas (trans) y grasas provenientes de semillas (girasol, colza... el linoleico creo que se salva). Las primeras son la peste porque nuestro cuerpo no sabe asimilarlas, las segundas son malas porque son muy bajas en omega-3, y un ratio omega-6/omega-3 > 0.2 se asocia con bastantes enfermedades cardíacas, también. Por lo demás, ni el colesterol ingerido ni las grasas saturadas no son perjudiciales.
Un poco en resumen, que siento si me he enrollado demasiado. No creo que haya que llevar una dieta estrictamente paleolítica (me refiero a lo que se entendería hoy en día en las paleodietas, que es lo que yo sé :) ), pero sí que son un muy buen punto de partida para saber qué comer. Eso sí, hacer ejercicio es más que importante, pero cuidado con el tipo de ejercicio que haces, porque también el deporte se ha corrompido por la forma de vida moderna cuando lo que nos es más sano es un deporte más semejante al ”deporte” (no lo llamarían así xD) en el paleolítico. Escribiré sobre ello en mi blog un día de éstos.
Gracias por tu aportación Demóstenes.
ResponderEliminarMe alegra tu comentario porque veo que estas muy puesto en porque tantísimo azúcar es perjudicial. De lo de la fructosa no tenía ni idea, pensaba que al ser de la fruta o vegetales, era “menos malo”.
En cualquier caso yo no quería decir que tengamos que llevar una paleodieta estricta, ni la que debía ser la original ni la moderna, sino que en paleolítico se desarrolla el instinto de buscar alimentos grasos, azucarados o salados porque son difíciles de encontrar de forma natural en la naturaleza y actualmente, como están en todas partes, abusamos muchísimo de ellos, ya que seguimos sintiendo la necesidad biológica de ingerirlos aunque nos sea perjudicial.
Muchísimas gracias y saludos
Nono, no me refería a que tú abogues por una paleodieta estricta. Sólo lo aclaraba en mi caso por si alguien leía mi comentario y se hacía una idea equivocada.
EliminarLa fructosa no es mala siempre que no sea en grandes cantidades. Cuando la tomamos en la fruta, la cantidad es tan pequeña que no nos hace daño, pero cuando la tomamos en grandes cantidades es más problemática. Piensa que el azúcar de mesa (sacarosa) está formado por glucosa y fructosa. Y si encima se le añade al bollo o refresco de cuestión sirope de maíz, tiene aún más fructosa. De hecho existe intolerancia a la fructosa, igual que existe a la lactosa... Es un tema complejo, aún tengo que leer más al respecto para hablar con más propiedad :)